Cada
inicio de año tengo un ritual en el que, a la vieja usanza, tomo un lápiz y un
papel y escribo mis metas financieras para el año que comienza. Luego, en una
especie de reunión de petit comité, mi marido y yo discutimos cómo
llevarlas a cabo.
Como
yo soy autónoma y mi marido no, en nuestro hogar él es el responsable de los
ingresos fijos, mientras que yo lo soy de los variables; por eso es muy
importante que sea realista con nuestras metas financieras, si al final del año
quiero sentirme orgullosa de haberlas cumplido.
Para
ser sincera, cuando hace algunos años comencé con este ritual mis metas eran
más deseos o sueños que objetivos reales, y solían incluir aumentos de más del
100% en mis ingresos, obtención de rentabilidades altísimas de mis inversiones
y compras de bienes de consumo que, en realidad, no necesitábamos renovar.
Con
los años, los fracasos en la
consecución de mis metas me enseñaron varias cosas que hoy quiero compartir
contigo, esperando ahorrarte años de planificaciones infructuosas.
1) LA VIDA ES
REAL: SÉ REAL
A
mí me gusta soñar, imaginar todas las situaciones que me gustaría vivir y
disfrutar visualizando la alegría que siento al conseguirlas; por eso, cuando cada
año escribía mis metas financieras básicamente... soñaba.
Después,
con el correr de los meses, la realidad me despertaba sin un mapa, un plano o
una manera de conseguirlas, y terminaba el año desilusionada pensando que (a lo
mejor) había exagerado un poco al escribirlas.
Con
el correr del tiempo, me di cuenta que el problema no era que soñaba demasiado,
sino que planificaba mal el tiempo que me llevaría conseguir mis sueños.
Para
darte un ejemplo: si quieres adelgazar 10 kilos es irreal (y nada saludable)
pretender hacerlo en un mes, como también lo es pretender aumentar tus ingresos
todos los meses un 200% de un día para el otro. A menos que estuvieras al borde
de una oportunidad que antes no habías decidido aprovechar, escribir esa meta
financiera no es real ni viable y sólo te llevará a fracasar.
Yo
descubrí que no era cuestión de poner el porcentaje de incremento al azar, ni
tampoco el que se me cruzara por la cabeza según me sintiera optimista o
pesimista, sino que determinar cuánto dinero más quería ganar cada año dependía
de algunos factores muy importantes, como:
1) Tiempo y esfuerzo que estaba dispuesta a
dedicar de más con respecto al año anterior (nada es gratis, todo ingreso
extra conlleva un sacrificio extra también).
2) Posibilidades reales de crecimiento de mi
mercado o de la situación laboral (posibilidad de obtener nuevos clientes,
de ascender o de obtener premios, incentivos, etc.).
3) Oportunidades a mi alcance que pudiera
aprovechar ese año (buscar un segundo empleo, vender cosas que no utilizo,
etc.).
4) Reducir mis gastos. Sí, porque a veces
no nos damos cuenta de que podemos contar con más ingresos simplemente bajando
nuestros gastos.
Reflexionar
sobre esos cuatro puntos me ayudó a escribir unas metas financieras más
realistas, para satisfacer el intenso deseo de ganar más dinero que siento cada
nuevo año :-)
Otra
cosa muy importante que aprendí al escribir mis metas financiera es que…
2) DOS PIENSAN MÁS
QUE UNO.
Como
se habrán imaginado, por deformación profesional en casa yo llevo las finanzas
y me encargo de todo lo que se refiere a nuestro dinero y nuestro patrimonio
familiar. Solía cometer el error de pretender llevar todo esto yo sola, sin
consultarle en absoluto a mi pareja. Aunque yo me llevaba los méritos cuando todo salía a la
perfección, esta práctica no es nada recomendable y no la aconsejo: no te
permite conocer los enriquecedores puntos de vista de la otra persona ni lograr
un verdadero compromiso de todas las partes implicadas, que sentirán que no han
sido tenidas en cuenta en las decisiones (¡lo que no deja de ser cierto!)
Obviamente,
las decisiones de consumo cotidianas no necesitan una reunión familiar ni
un absoluto consenso, pero cuando se
trata de decisiones que afectan a toda la familia, es la familia la que debe
decidir, ya que es la que se verá afectada o tendrá que hacer esfuerzos o
sacrificios extras.
En
este punto, si tienes hijos mayores de 6/7 años, es importante que los incluyas
en las charlas familiares y que entre todos determinen una meta financiera
“familiar”, como podría ser ahorrar dinero para un viaje a un lugar que todos
deseen. Así todos se sentirán más responsables, comprometidos y motivados para
conseguirla.
3) MENOS ES MÁS
Por
último, aprendí que mi lista no era más importante por la cantidad de metas
financieras que contenía, sino por la calidad de las mismas. Con los años, sé
que sólo puedo lograr las metas que verdaderamente motivan mi corazón, no mi
cerebro, aunque éstas parezcan las más convenientes y razonables: sólo lo que
deseo verdaderamente con el corazón me lleva a ponerme en acción.
Para
finalizar mi consejo para que
logres tus metas financieras de este año es: Haz que sean reales, decídelas en familia y... ¡que valgan la pena!
Te
deseo un feliz 2014, lleno de metas financieras cumplidas.
Verónica Deambrogio
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