Hola de nuevo!
Hoy quiero utilizar este espacio para una reflexión personal que deseo compartir contigo.
El otro día tuve una pesadilla bastante desagradable pero, después de un análisis constructivo, logré aprender algo de la experiencia.
Estábamos mi hija de tres años y yo en nuestro coche, aparcado en una avenida muy transitada, y de repente ella se bajaba y echaba a correr a gran velocidad. Yo, des- esperada, intentaba salir del coche pero la puerta no se abría, mientras la observaba a ella, inmóvil en mitad de la avenida, rodeada de coches que pasaban a su lado, en ambas direcciones y a gran velocidad. Aunque mi cerebro canceló la pesadilla antes de que algo grave pasara, me desperté nerviosa, sobresaltada y con el corazón latiendo a ritmo vertiginoso (por darle un tono “poético” a una ta- quicardia descontrolada). La sensación en mi cuerpo era tan real como si mi sueño hubiese sucedido en verdad.
Independientemente del significado psicológico de la pesadilla, que ignoro (si alguien desea ilustrarme, bienve- nido sea), este suceso me hizo darme cuenta de que mi ce- rebro inconsciente no distinguía la realidad de la ficción, ya que mi cuerpo había reaccionado casi de igual manera que si hubiese sucedido en realidad. Entonces me pregun- té: Ya que pude engañar a mi cuerpo con “pesadillas”, ¿por qué no lo engaño mejor con sueños?
Muchas veces nosotros mismos nos creemos nuestras pesadillas, las mentiras que nos contamos a nosotros mismos, y reaccionamos en consecuencia. Nos decimos que siempre seremos pobres, que nunca tendremos dinero, que no podremos salir de este o tal agujero, y que el éxito siempre toca la puerta del vecino porque nosotros simple- mente no tenemos suerte.
Hoy quiero utilizar este espacio para una reflexión personal que deseo compartir contigo.
El otro día tuve una pesadilla bastante desagradable pero, después de un análisis constructivo, logré aprender algo de la experiencia.
Estábamos mi hija de tres años y yo en nuestro coche, aparcado en una avenida muy transitada, y de repente ella se bajaba y echaba a correr a gran velocidad. Yo, des- esperada, intentaba salir del coche pero la puerta no se abría, mientras la observaba a ella, inmóvil en mitad de la avenida, rodeada de coches que pasaban a su lado, en ambas direcciones y a gran velocidad. Aunque mi cerebro canceló la pesadilla antes de que algo grave pasara, me desperté nerviosa, sobresaltada y con el corazón latiendo a ritmo vertiginoso (por darle un tono “poético” a una ta- quicardia descontrolada). La sensación en mi cuerpo era tan real como si mi sueño hubiese sucedido en verdad.
Independientemente del significado psicológico de la pesadilla, que ignoro (si alguien desea ilustrarme, bienve- nido sea), este suceso me hizo darme cuenta de que mi ce- rebro inconsciente no distinguía la realidad de la ficción, ya que mi cuerpo había reaccionado casi de igual manera que si hubiese sucedido en realidad. Entonces me pregun- té: Ya que pude engañar a mi cuerpo con “pesadillas”, ¿por qué no lo engaño mejor con sueños?
Muchas veces nosotros mismos nos creemos nuestras pesadillas, las mentiras que nos contamos a nosotros mismos, y reaccionamos en consecuencia. Nos decimos que siempre seremos pobres, que nunca tendremos dinero, que no podremos salir de este o tal agujero, y que el éxito siempre toca la puerta del vecino porque nosotros simple- mente no tenemos suerte.
Esas “pesadillas” se las contamos a nuestro cerebro inconsciente y él, como las “interpreta” como reales, hace que nuestro cuerpo actúe en consecuencia: nos sentimos caídos, desanimados, deprimidos, faltos de entusiasmo, sin energía, y un largo etc., que a lo único que nos lleva es a no hacer nada.
Entonces me di cuenta de que, si queremos cambiar nuestra vida, al menos la financiera, debemos olvidarnos de las pesadillas y empezar a contarle a nuestro cerebro nuestros sueños.
Esos sueños en los que somos exitosos, sin deudas, prósperos, trabajamos en lo que nos gusta, y un largo etcétera...
Descubriremos que nuestro cuerpo también actuará en consecuencia, nos sentiremos más vitales, con más energía, entusiasmo, optimismo y confianza. Lograremos una nueva actitud que nos impulsará al movimiento, y te aseguro que, con la actitud adecuada y la actividad enfocada, no hay ningún sueño que no pueda convertirse en realidad.
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¡Buen fin de semana!